martes, 6 de diciembre de 2011

Sistemas de Comunicación.

El sistema paralingüístico está formado por las cualidades y los modificadores fónicos, los indicadores sonoros de reacciones fisiológicas y emocionales, los elementos cuasi-léxicos y las pausas y silencios que a partir de su significado o de alguno de sus componentes inferenciales comunican o matizan el sentido de los enunciados verbales.


a) Las cualidades físicas del sonido, tales como el tono, el timbre, la cantidad y la intensidad, y los modificadores fónicos o tipos de voz (dependientes del control que ejercemos sobre los órganos implicados en la articulación y la fonación) pueden aportar a cualquier expresión oral componentes inferenciales que, convencionalmente, pueden determinar la información que se desea dar o matizar el contenido o sentido de un enunciado o acto de comunicación. Así, por ejemplo, una expresión como "sé lo que quieres decir" puede comunicar entendimiento, desilusión, alegría o desprecio, dependiendo del tono con el que se emita o de la duración de algunos de sus sonidos.


b) Algunas reacciones fisiológicas o emocionales, como la risa, el suspiro, el grito, la tos, el carraspeo, el bostezo, el llanto, el sollozo, el jadeo, el escupir, el eructo, el hipo, el estornudo, el castañeteo de dientes, etc. producen sonidos que contienen ciertos componentes inferenciales comunicativos que pueden variar de cultura a cultura. Se trata de signos sonoros, emitidos consciente o inconscientemente, que tienen un gran rendimiento funcional.


c) Los elementos cuasi-léxicos son vocalizaciones y consonantizaciones convencionales de escaso contenido léxico, pero con gran valor funcional. Se consideran signos de este tipo gran parte de las interjecciones (¡Ahí ¡Uy! ¡Aja!), las onomatopeyas (Mua-Mua, Pii-pii, Pon-pon, Miau, Croac), emisiones sonoras que cuentan con nombre propio (chistar, sisear, roncar, resoplar...) y otros muchos sonidos (Uff, Psi-psa, Hm, laj, TI, Ajjj, Ouu...) que, sin tener un nombre o una grafía establecidos, se utilizan convencionalmente con un valor comunicativo similar al de determinados signos lingüísticos o quinésicos, de ahí que se conozcan como alternantes paralingüísticos8. A pesar de tratarse de elementos muy productivos.


Fuente: 
“Comunicación no verbal y el estudio de su incidencia en fenómenos discursivos como la ironía”
Ana María Castero Mancera
Universidad de Alcalá, Madrid, España.

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